domingo, 21 de diciembre de 2008

Soy una bolita vestida de azul....

Esto lo he escrito para Mikel, una bolita de apenas 4 meses, cuya mamá llevaba mucho tiempo pidiéndomela. Es prosa llanamente libre. Yo no sé escribir contando y numerando, sólo sé escribir sintiendo...

Soy una bolita vestida de azul, y,

aunque aún soy muy chiquitito,

doy gracias a mi mamá,

por no ponerme canesú.


Los mayores se pasan el día mirándome,

me cogen, me besan, me estrujan...

¡Ay, qué vida más agitada

para bolita tan diminuta!.


Uno, que es muy distinguido,

entre carantoñas y muecas,

con gran aplomo, como puede,

va aguantando el tipo.


Mis papás quieren que sea astronauta,

médico, piloto, veterinario, o,

quizás, tal vez, burócrata...

¡Yo quiero ser chupeópata!


Mi mamá dice que dentro de poco iré al cole,

aprenderé a jugar, a cantar, a soñar...

Me haré una novia muy coqueta,

que su osito para la siesta me dejará.


¡Qué tarde se ha hecho!

Voy a dormir un rato,

que tanto hablar con los mayores,

me ha dejado baldado.

¿Me cuentas un cuento?



lunes, 1 de diciembre de 2008

Crisis

Explicar en que consiste mi trabajo, generalmente, es harto difícil.
Justificar su filosofía, a menudo, se convierte en tarea complicada.
Defender su gente, casi imposible.
Y en medio de tanta confusión, una va trabajando como puede y como mejor sabe.
Tratas con seres humanos a diario, e intentas no olvidar mirarles a los ojos, pero sin darte cuenta vas dejando que la vorágine de reglamentos y normas te atrapen; y se te olvida todo lo que aprendiste, aquello en lo que creías se vuelve difuso.
No sé si en el resto de profesiones ocurre lo mismo...Un médico cura, un bombero apaga fuegos, un profesor enseña, un trabajador social...¿qué verbo define lo que hacemos?.
Cada cierto tiempo, en esta profesión, entras en crisis vocacional.
Aún a pesar de estar exactamente donde quiero estar, estoy en crisis.
Porque siempre llega el día en que ves lo que tú haces a través de los ojos de otros; por lo general, tu familia, algún amigo, tu pareja...y lo que ves, sí emplea un único vocablo: incomprensión.
Y una trata de defender lo que hace, pero no puedes defender el sistema del que formas parte, porque esta totalmente viciado y es indefendible.
Así que, tras tantos galimatías psicoanalistas, acabas pensando que no es tan malo el no poder explicar lo que hacemos, que las personas no son en blanco y negro, por lo qué...¿cómo vamos a poder definir nuestro mundillo con una palabra?. Una termina divagando sobre lo buenas que, al fin y al cabo, son las crisis vocacionales, que cada cierto tiempo despiertan en tu interior el ansía de aprender.
Una termina autoconvenciendose de que, su trabajo, aún cuando eres incapaz de definirlo, es necesario. Y, después de todo, alguien tiene que hacerlo, ¿no?.