jueves, 27 de noviembre de 2008

Milagros y realidades

Mi perfil dice que soy trabajadora social de profesión, y viajera empedernida por vocación. Trabajo en un Centro Social cualquiera, de un barrio obrero cualquiera situado en una ciudad cualquiera. Mi trabajo, a nivel emocional, no suele ser fácil. Pero la práctica, y el tiempo, te hacen acostumbrarte a casi todo.
Hoy, no sé lo que soy.
Ana vino a mi despacho, desesperada, angustiada, porque desde su pequeña parcela de vida se ahogaba. Su forma de vida no le funcionaba, y tanto ella como su familia, estaban sufriendo las decisiones y los descalabros del último año.
Ana necesitaba un milagro para solucionar sus problemas, y una voz que le situase en su realidad. Miré y remiré el reglamento de Servicios Sociales, pero no encontré el apartado de milagros por ninguna parte.
Vino demasiado tarde, cuando la montaña era ya tan enorme que nadie podía escalarla para sacarla de allí; vino cuando la montaña era tan elevada que Ana ya no encontraba el camino de bajada.
Hoy he tenido que llamarla, y afortunadamente, el teléfono no tiene aún cámara de vídeo, porque con lágrimas en los ojos y voz cercana he tenido que decirle, que, por más que he buscado, no tenemos milagros en nuestro centro social. Me ha escuchado, resignada, sin tan siquiera un leve amago de protesta, ya vencida.
Le he ofrecido nuestro apoyo para lo que va a venir, doy gracias que el sistema tenga ese tipo de apoyos para la gente que recomienza.
Mis lágrimas me han hecho replantearme mi profesionalidad. Tras un análisis profundo de mi interior y de mi formación, llego a la conclusión de que el día que haga una llamada semejante, sin una lágrima o emoción, será el momento de dejarlo.
Ahora, Ana debe caerse de su montaña, y levantarse cuanto antes para comenzar una nueva vida.
Y yo me quedo aquí, esperándola en mi despacho, para que, si ella quiere, pueda encontrarme cuando eso suceda.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Divertidos Broches de fieltro

Ya ha llegado mi pedido de broches de fieltro. Descubrí a "Pinchos y Bigotes" por Internet, y son geniales.
Si tienes algún regalo que hacer, o quieres darte un capricho, son una buena opción.
Una atención esmerada y amable, y una entrega rapidísima (apenas dos días). Además, me han regalado unos pendientes muy divertidos, y aceptan encargos.
Yo les pedí una geisha, y ha quedado graciosísima.
Ya tengo mi cuota de fantasía recargada para esta temporada.